LA EDUCACIÓN PRODUCTIVA EN EL EX 511
DE ACOLLA
“Niños después del pan la educación”
El dicho precedente pareciera una invitación cordial a sumergirnos
un poco en el hilo histórico que el ex 511 o “la escuela productiva del siglo
veinte”, aún nos dijera: “Hermanos hay mucho por hacer todavía”. Porque resulta
que el nuevo milenio, caracterizado por la erupción volcánica del arte, la
ciencia y la tecnología virtual, en realidad, no es algo nuevo, sino
consecuencia del imparable desarrollo tecnológico que viene produciendo a mayor
escala y a menores costos, heterogéneos artículos en el mercado súper
competitivo del planeta. Esfera del cual nuestro país permanece a la deriva,
justamente por carecer del plus tecnológico que le permita asomar su presencia
entre los países del área, que como Brasil ya va manufacturando productos a
partir de las materias primas que posibiliten el cometido.
Y retomo el proemio como línea de análisis, porque hacia la
década del cincuenta del siglo pasado; con sorprendente audacia, los acollinos llevados
por el deseo de la superación personal y comunitaria, supieron asimilar la
corriente pedagógica de aquel entonces que impregnaba el sello de la
productividad educativa, dando énfasis a la manufactura de diversos productos en
serie, utilizando insumos básicos como madera, latas, yeso, azúcar etc. Así como
la manipulación y administración de módulos pecuarios y agrícolas por parte de
los escolares a fin que estos pudieran desempeñarse en algún oficio productivo
que redundara en beneficio de la colectividad.
Experiencia artesanal productiva que lamentablemente quedó abandonada
en el tiempo; porque, hoy, justamente uno de los problemas que padece Acolla es
la falta de productividad.
¿Qué aprenden hoy los niños en las escuelas nacionales? Más
teoría que práctica efectiva.
A propósito del tema en cuestión. Un señor recordaba, que, en
efecto, la escuela rural pre vocacional de varones 511, contaba con dos
talleres productivos. Colmenas de abeja. Una pequeña granja y áreas de cultivo
agrícola que constituían la imagen sólida de una escuela que preparaba el abono
básico a partir del cual los estudiantes pudiesen abrir las alas para su despegue
económico. Que hoy, universidades e institutos de la región han retomado una responsabilidad
académica cuasi olvidada, que precisa recuperarla en las escuelas públicas.
Debido a que los niños y niñas precisan el dominio de una herramienta productiva
que agencie sus propias necesidades, en un mercado cada vez más complejo y
competitivo como es el mundo globalizado.
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