sábado, 15 de abril de 2017

LA EDUCACIÓN PRODUCTIVA EN EL EX 511 DE ACOLLA
“Niños después del pan la educación”
El dicho precedente pareciera una invitación cordial a sumergirnos un poco en el hilo histórico que el ex 511 o “la escuela productiva del siglo veinte”, aún nos dijera: “Hermanos hay mucho por hacer todavía”. Porque resulta que el nuevo milenio, caracterizado por la erupción volcánica del arte, la ciencia y la tecnología virtual, en realidad, no es algo nuevo, sino consecuencia del imparable desarrollo tecnológico que viene produciendo a mayor escala y a menores costos, heterogéneos artículos en el mercado súper competitivo del planeta. Esfera del cual nuestro país permanece a la deriva, justamente por carecer del plus tecnológico que le permita asomar su presencia entre los países del área, que como Brasil ya va manufacturando productos a partir de las materias primas que posibiliten el cometido.
Y retomo el proemio como línea de análisis, porque hacia la década del cincuenta del siglo pasado; con sorprendente audacia, los acollinos llevados por el deseo de la superación personal y comunitaria, supieron asimilar la corriente pedagógica de aquel entonces que impregnaba el sello de la productividad educativa, dando énfasis a la manufactura de diversos productos en serie, utilizando insumos básicos como madera, latas, yeso, azúcar etc. Así como la manipulación y administración de módulos pecuarios y agrícolas por parte de los escolares a fin que estos pudieran desempeñarse en algún oficio productivo que redundara en beneficio de la colectividad.
Experiencia artesanal productiva que lamentablemente quedó abandonada en el tiempo; porque, hoy, justamente uno de los problemas que padece Acolla es la falta de productividad.
¿Qué aprenden hoy los niños en las escuelas nacionales? Más teoría que práctica efectiva.
A propósito del tema en cuestión. Un señor recordaba, que, en efecto, la escuela rural pre vocacional de varones 511, contaba con dos talleres productivos. Colmenas de abeja. Una pequeña granja y áreas de cultivo agrícola que constituían la imagen sólida de una escuela que preparaba el abono básico a partir del cual los estudiantes pudiesen abrir las alas para su despegue económico. Que hoy, universidades e institutos de la región han retomado una responsabilidad académica cuasi olvidada, que precisa recuperarla en las escuelas públicas. Debido a que los niños y niñas precisan el dominio de una herramienta productiva que agencie sus propias necesidades, en un mercado cada vez más complejo y competitivo como es el mundo globalizado.


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