sábado, 1 de octubre de 2016

LA POESÍA PROHIBIDA
Escribe: Angel Javier Castro.
Aun recuerdo su bella imagen,
cuando mirándome decía:
¡Papacito nunca te sacaré la vuelta!
Creído a su promesa.
Feliz, con el estomago lleno, me iba a la mina.
Sin saber que mi Estela:
“La flor de mi alma”.
Vistiéndose bonita
buscaba plata en el campamento;
atrapando a los hombres con su telaraña colorada.

Que cuando oí triste verso.
Mi corazón se derrumbó en el socavón. 
Y apurando el trago amargo de la traición,
la muerte deseaba:
Porque la muy bandida,
como zorra sin dueño,
pintándose sus labios como la granada
coleccionaba tarjetas ajenas en su bolso.
Diciéndome, cuando llegaba cansado:
¡Papito siempre que voy al mercado me encuentro plata!
Creído en sus dulces palabras
seguía rompiendo las rocas, día y noche.
Mientras la panza de mi Estela.
Creciendo estaba otra vuelta.
Que cuando me quejaba, decía:
¡Es tu hijo! ¡Es tu hijo, pues!
 Y como un asno, sin escuchar los consejos,
 firmé la partida de nacimiento.

¡Hay, vida, vida!
Triste es la vida de un minero.
Porque cuando apenas salía del cuarto.
Otro ya estaba en mi cama,
Coronando mi ausencia.
Que a pesar de mis reclamos.
La muy taimada mujer;
mirándome con ira, decía:
¡La gente cualquier cosa habla, y tú creyéndoles!
¡Hay, vida, vida, la mía!

Entonces, cansado de llorar.
Un día me alejé de ella.
Diciendo la gente ahora que me está buscando.
Pero conociendo sus zalamerías.
Por mi plata nomás me busca.
Pidiéndote Diosito lindo
tu justicia venidera.
Porque así es la vida en los campamentos,
cuando las parejas no temen el castigo divino.
PUBLICADA PARA VARIOS MEDIOS. ¡PRONTO EL LIBRO: CUENTOS Y RELATOS!
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