LA POESÍA PROHIBIDA
Escribe: Angel Javier Castro.
Aun recuerdo
su bella imagen,
cuando
mirándome decía:
¡Papacito
nunca te sacaré la vuelta!
Creído a su
promesa.
Feliz, con
el estomago lleno, me iba a la mina.
Sin saber
que mi Estela:
“La flor de
mi alma”.
Vistiéndose
bonita
buscaba plata
en el campamento;
atrapando a
los hombres con su telaraña colorada.
Que cuando oí
triste verso.
Mi corazón
se derrumbó en el socavón.
Y apurando
el trago amargo de la traición,
la muerte
deseaba:
Porque la
muy bandida,
como zorra
sin dueño,
pintándose
sus labios como la granada
coleccionaba
tarjetas ajenas en su bolso.
Diciéndome,
cuando llegaba cansado:
¡Papito
siempre que voy al mercado me encuentro plata!
Creído en sus
dulces palabras
seguía rompiendo
las rocas, día y noche.
Mientras la
panza de mi Estela.
Creciendo
estaba otra vuelta.
Que cuando
me quejaba, decía:
¡Es tu hijo!
¡Es tu hijo, pues!
Y como un asno, sin escuchar los consejos,
firmé la partida de nacimiento.
¡Hay, vida,
vida!
Triste es la
vida de un minero.
Porque
cuando apenas salía del cuarto.
Otro ya
estaba en mi cama,
Coronando mi
ausencia.
Que a pesar
de mis reclamos.
La muy
taimada mujer;
mirándome
con ira, decía:
¡La gente
cualquier cosa habla, y tú creyéndoles!
¡Hay, vida,
vida, la mía!
Entonces, cansado
de llorar.
Un día me
alejé de ella.
Diciendo la
gente ahora que me está buscando.
Pero
conociendo sus zalamerías.
Por mi plata
nomás me busca.
Pidiéndote Diosito
lindo
tu justicia
venidera.
Porque así
es la vida en los campamentos,
cuando las
parejas no temen el castigo divino.
PUBLICADA PARA VARIOS MEDIOS. ¡PRONTO EL LIBRO: CUENTOS Y RELATOS!
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